-He pensado algo.
-Tú siempre estás pensando en algo.
-¡Pero esta vez es distinto! No te rías de mí, ¿quieres?
-Y bien, ¿qué quieres decirme?
-Creo que me gustaría tener unas gafas oscuras. Sí, eso, ¡unas gafas oscuras! Sería fantástico.
-¿Quieres unas gafas de sol?
- No, no es lo mismo unas gafas oscuras que unas gafas de sol. ¿Sabes qué son las cámaras oscuras?
-Sí, lo sé.
-Pues, con eso, elegiría la parte optimista, la que me interesa, y me libraría de los malos pensamientos.
-No me gusta el nombre. ¿Qué tal algo más actualizado? Me convence más “gafas fotográficas”
-No seas ganso. A mí me gusta tal cual así.
-Entonces a mí no me verías para nada, directamente.
-Solo cuando callas, cielo.
- Eso me ha dolido. Además, si tú eres quien dice disfrutar de la realidad tal cual como es, ¿para qué quieres esas gafas? No eres muy consecuente, que digamos.
-Bueno, puede que tengas razón. De hecho, me parece que te quedarían mejor a ti. Al fin y al cabo, el pesimista eres tú.
-Yo no soy pesimista, solo acepto las cosas como son.
-¿Es eso lo que nos diferencia?
-Y lo que nos hace iguales. Tú no puedes vivir sin mí.
-Lo mismo digo.
-Bueno ¿adiós a la idea de las gafas?
-Solo por ahora ¿Las quieres de pasta o sin montura?